Sé que va a doler a morir.
Sé que va a haber desilusiones (muchas. Todas).
Sé que va a haber más noches de cama fría y lágrimas que queman.
Y puede que al final... Todo se reduzca a cenizas.
Pero.
No quiero las risas sin él.
No quiero las noches de lluvia sin él.
No quiero los árboles sin él.
No quiero el pintalabios sin él.
No quiero respirar si no es a él.
No puedo. Y además, no quiero.
Estoy a punto de cometer un error. Puede que el de mi vida. Ese que no olvidaré aun a pesar de los años que puedan llegar a pasarme por encima.
Y aun a pesar de sopesar, pensar y repensar... Siempre llego al mismo sitio. Al cielo oscuro, infinito, sin estrellas. A la sensación de que pertenezco a tus brazos, sin denominación ni pasaporte, pero por derecho o destino.
Destino: malas decisiones que puedan dar la casualidad de terminar entre las piernas de un final feliz.
Si existe la más mínima posibilidad de que algo de esto salga bien...
Si existe esa posibilidad, tengo que volver. Encontrarte. Y amarte como nadie lo ha hecho nunca, ni siquiera yo. Y vivir sin remordimientos para el resto de mi vida.
Alicia fue la que me enseñó que hay que conseguir seis cosas imposibles antes del desayuno.
Alicia fue la que me enseñó que hay que conseguir seis cosas imposibles antes del desayuno.
Atentos: he decidido.
Me voy al infierno.
¿Venís alguno conmigo?

No hay comentarios:
Publicar un comentario